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Expertos al rescate de las obras de arte

Este artículo es muy interesante, nos muestran quienes cuidan las obras de artes de nuestros museos en Argentina y los del todo el mundo, gracias a ellos podemos apreciar las grandes obras de arte.

Manos invisibles | Trabajan en equipo, en museos o de manera independiente

Expertos al rescate de las obras de arte

Los restauradores usan sensibilidad y tecnología para poner pinturas y esculturas a salvo del paso del tiempo

Domingo 24 de febrero de 2008 | Publicado en la Edición impresa 

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¿Qué manos se posan sobre un cuadro de Berni, uno de El Greco, de Quinquela Martín, una escultura de Curatella Manes o de Lola Mora para rescatarlos de las consecuencias del paso del tiempo o de algún accidente que hayan sufrido? Las de los restauradores, especialistas que, además de estar inmersos en el conocimiento de la historia del arte, tienen nociones de química, de biología, de materiales, y poseen como aliada su sensibilidad artística. La imagen o apariencia de una obra, esa que predomina en una exhibición para la mayoría, es para ellos sólo una de las facetas del objeto artístico. Los restauradores pueden adentrarse en la obra hasta orillar su alma, mediante el auxilio de la tecnología que les permite ver lo que sólo ellos pueden interpretar con su entrenado ojo. 

Suelen trabajar en equipo -su tarea es multidisciplinaria- y están quienes se desempeñan en instituciones como museos o en talleres. Algunos cursaron carreras de arte, y hay restauradores que, por ejemplo, también son pintores. En la Argentina, la especialización nació a mediados de los 50 de la mano de Juan Corradini. Los restauradores señalaron que hay cada vez una mayor profesionalización e interés de los jóvenes en el área en nuestro país, aunque hay mucho camino por recorrer aún. 

Tres historias 

Algunas historias muestran la complejidad de la tarea. Había que restaurar el óleo Jesús con la cruz a cuestas , del siglo XVI, del artista español El Greco, que pertenece al Museo Nacional de Arte Decorativo. Tenía problemas de agrietamientos y desprendimientos de la capa pictórica. Se hizo la limpieza del barniz que estaba oxidado, se removieron repintes y se reactivó el adhesivo existente. 

La tarea, dirigida por el restaurador Néstor Barrio, duró cuatro meses y participaron las restauradoras del museo Graciela Razé y Mariana Astesiano, con el apoyo de la química Alicia Seldes. El trabajo culminó con la decisión de realizar la vitrina en la que hoy se exhibe la obra para mantenerla en un microclima. ¿Qué se siente cuando se termina el trabajo?. "Te sentís bárbaro", dijo Astesiano, y Razé acotó: "Es fascinante". 

A veces se habla de restaurador y conservador como sinónimos. Pero mientras el conservador vendría a ser un médico clínico, el rol del restaurador es el de un cirujano. "El conservador tiene que conocer cuáles son los procedimientos para conservar el objeto artístico, detener el deterioro y analizar el medio ambiente. El restaurador interviene la pieza para que no se siga deteriorando y recupera caracteres. Los buenos restauradores son excelentes conservadores", explicó José Emilio Burucúa, director del Centro de Producción e Investigación en Restauración y Conservación Artística y Bibliográfica del Taller de Restauro de Arte (Tarea), de la Universidad Nacional de San Martín. 

Mientras la tarea de conservación es permanente, la de restauración sólo se ejecuta cuando hay un problema. Hay museos que cuentan con restauradores dentro de la institución como el Museo Nacional de Arte Decorativo, el de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y otros, como el Malba, trabajan con especialistas externos. 

Chacareros , esa emblemática obra del argentino Antonio Berni, corría serios riesgos, hasta el punto de no poder ser trasladada: la arpillera sobre la que pintó Berni estaba en proceso de desintegración. Era necesario reforzar el soporte sin quitarle visibilidad a la arpillera, testimonio de la concepción estética e ideológica del artista. El desafío era aún mayor, ya que no había antecedentes en el mundo de un trabajo con ese material y dimensiones. 

"Hubo que eliminar las costuras que unían las seis bolsas de arpillera, hacer un puente nuevo para unirlas y entelar el cuadro con la tela translúcida. Además, se descubrió que el marco era amarillo, aunque se veía gris, y que tenía la textura similar a la de un muro", explicó el restaurador Néstor Barrio, director de Tarea. En la obra trabajaron ocho personas durante cinco meses. Al final del trabajo, "uno siente haber contribuido al conocimiento", expresó Barrio. 

En el taller del Museo Nacional de Bellas Artes trabajan nueve personas y se restaura un promedio de 18 obras por mes. En este momento, entre otras obras, se está restaurando la escultura La bacante , un yeso original de 1,20 por 1,59 metros, del escultor argentino Arturo Dresco, que figuraba en los archivos del museo con destino desconocido. Sin embargo, se la descubrió en una caja, desmembrada en 600 pedazos. 

"Gracias a la documentación que teníamos en el museo, pudimos relacionar las piezas con la obra", contó Raúl Alesón, jefe de restauración del museo. En la tarea de documentación trabajó la conservadora Silvia Rivara. 

La restauración comenzó en marzo pasado. Primero se limpiaron las piezas, se las fotografió y se marcó lo que faltaba. Luego se distribuyeron las partes para ver si todo coincidía y se empezó la etapa del armado. Y se hará una estructura interna de madera para sostenerla. "El compromiso es salvar la obra y que se pueda ver de nuevo. Resurgir la obra de un escultor es devolverles a los maestros lo que hicieron por nosotros", sostuvo el experto, él mismo escultor.

Por Laura Casanovas 
De la Redacción de LA NACION

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